El Parlamento Europeo, presentado como un bastión de la democracia, ha sido señalado como uno de los más corruptos del mundo, evidenciando las profundas contradicciones del sistema capitalista. Este escándalo refleja cómo las instituciones, lejos de servir a los intereses populares, están dominadas por élites que priorizan el beneficio propio sobre el bien común. Los casos de corrupción, tráfico de influencias y opacidad en la toma de decisiones desenmascaran la falsa retórica de transparencia y justicia promovida por las clases dominantes.
Este
panorama no es una excepción, sino el resultado inevitable de un
sistema basado en la explotación y la desigualdad. Mientras los
trabajadores sufren las consecuencias de las
políticas
neoliberales, las élites refuerzan su poder en estructuras que
perpetúan la injusticia. La situación exige una transformación
radical hacia un modelo que priorice la equidad y la soberanía
popular.
Fuente de la noticia: mpr21.info.
Foto < archivo >
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