Foto www.insurgente.org
El 27 de septiembre de 1975, José Luis Sanchez-Bravo, Xosé Humberto Baena, Ramón García, Ángel Otaegui y Juan Paredes Manot , fueron asesinados por el gobierno de Franco. Se trataba de cinco jóvenes militantes, los tres primeros formaban parte del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota y los dos últimos, de ETA.
Por esas fechas, el franquismo da sus últimas boqueadas. La creciente movilización obrera y estudiantil, el aislamiento internacional del régimen o la revolución de los claveles en Portugal, todo parece remar a favor de una salida democrática.
Pero el capitalismo y el búnker son muy conscientes de lo que se juegan. Lo había dicho Carrero Blanco con precisión: “el Caudillo ha considerado conveniente y oportuno dejarlo todo atado y bien atado”.
La transición no fue la comedia que Imanol Arias y Ana Duato representan en Cuéntame. Los fascistas de aquí y los de fuera, los reaccionarios locales y los de la red Gladio, mataron, urdieron y reprimieron mucho, aunque los pusilánimes y aprovechados Alcántara lo intenten, ni perdonamos ni olvidamos.
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