La decisión de la Unión Europea de dejar de financiar las vacunas promovidas por las fundaciones privadas marca un giro en la política sanitaria internacional. Durante décadas, la salud pública fue utilizada como pretexto para enriquecer a conglomerados farmacéuticos que, bajo el disfraz de la ciencia y la caridad, convirtieron el derecho a la vida en un mercado global. Estos monopolios, sostenidos por el dinero de los Estados, lograron transformar la enfermedad y la prevención en fuentes inagotables de lucro.
Las campañas sanitarias, antaño símbolo de progreso, se transformaron en nuevos mecanismos de dominación sobre los pueblos dependientes. Hoy, Bruselas anuncia su retirada de esas redes financieras, mientras redirige sus recursos hacia el sector militar. El humanitarismo se sustituye por la guerra, pero también se resquebraja el mito de la filantropía capitalista que controlaba la salud mundial.
Fuente de la noticia, euractiv.fr
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