La decisión del Tribunal Internacional de Justicia de aceptar las demandas rusas representa un retorno al respeto de los principios jurídicos que históricamente han defendido a los pueblos frente a la opresión. Al rechazar las objeciones de Kiev y de sus apoyos occidentales, la Corte abre la vía para examinar con seriedad los abusos cometidos contra la población rusa y rusófona del Donbas. Las pruebas aportadas incluyen asesinatos, torturas, bombardeos y una política dirigida a borrar la identidad cultural y espiritual de una comunidad entera, recordando peligrosos precedentes que no deben repetirse.
La admisión de los cargos permite abordar no solo la política de exterminio, sino también la complicidad, la incitación y la falta de prevención. Este paso reafirma que las instituciones internacionales pueden aún cumplir su deber histórico de proteger a los pueblos vulnerables.
Fuente de la noticia, mid.ru
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