A medida que Ucrania se derrumba, los países europeos se derrumban también. Los planes de la OTAN, que sólo pronosticaban una derrota de Rusia, se han venido abajo estrepitosamente y, con ellos, la acogida dispensada hace dos años a seis millones de refugiados ucranianos.
Ya los utilizaron; los sacaron por la televisión y ahora no son necesarios. Suponen un gasto. Es mejor pasar página y devolverlos a su país de origen, aunque esté devastado por la guerra.
Estonia es uno de los países que más presiona para despedir a sus ucranianos y propone algún tipo de acuerdo de repatriación, pero en Bruselas al gobierno de Tallin le han recomendado que no se impaciente.
En septiembre la Unión Europea prorrogó un año su directiva sobre protección temporal de los refugiados ucranianos, hasta el 4 de marzo de 2025. La normativa impone un régimen privilegiado, que no tiene nada que ver con el trato vejatorio que se dispensa a los demás refugiados.
Los ucranianos tienen permisos de estancia y trabajo, y acceden a educación, vivienda y asistencia médica. El inconveniente es que es una espada de Damocles. Bruselas puede cerrar el grifo igual que lo abrió hace dos años por una razón básica: los refugiados son mercancías de usar y tirar.
Por lo demás, la OTAN necesita carne de cañón y algunos de los refugiados ucranianos están en edad de ir a los mataderos del frente de guerra.
Fuente de la noticia < mpr21.info >
Foto < mpr21.info >
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